El sándwich de milanesa se come en todo el país, pero tiene en Tucumán una tradición que lleva varias décadas. Tanto es así que la semana pasada se festejó la semana de ese plato callejero con un local que hasta lo ofreció a $ 1,50, el precio de la década del 90.
El sándwich tucumano surgió en la década del 60. Su creador fue José Norberto Leguizamón, dueño de la sandwichería Chacho.
Leguizamón fue el primero en ubicar una milanesa junto a lechuga, tomate, cebolla y mayonesa. El resultado fue un éxito rotundo.
El secreto clave es el pan. Es conocido como “sanguchero”, una mezcla entre el pebete y el pan francés que además se tuesta durante unos minutos antes de armar el plato.
Tal como se hace en el norte del país, el sándwich también llegó a Buenos Aires. Bauman es uno de los locales porteños que hacen su propia versión del plato callejero que se popularizó en Tucumán.
La propuesta de Bauman lleva los ingredientes de siempre, aunque hay algunas diferencias.
El comienzo es un buen pan, que en este caso llega desde L’Ancienne, la panificadora de Francisco Ponce de León, el creador de Bauman. “Crocante por fuera y muy tierno por dentro”, explica. En tanto, la milanesa se deja marinar en ajo y perejil antes de pasar por el pan rallado.
En Tucumán la milanesa se hace con tapa de nalga. Sin embargo, Fran eligió hacerlo con ojo de bife. En este local en vez de mayonesa, le ponen una lactonesa con ajo que lleva mostaza y aceites de oliva y girasol, para después terminarlo con mostaza y una salsa picante.
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