Cada invierno, la ciudad de Balcarce se convierte en el epicentro de la dulzura argentina con una celebración que trasciende fronteras: la Fiesta Nacional del Postre Balcarce. Este evento, que ya se ganó un lugar destacado en el calendario gastronómico del país.
La edición 2025 tendrá lugar del 18 al 20 de julio en el Predio de la Sociedad Rural, con entrada libre y gratuita. Allí, vecinos y visitantes podrán disfrutar de tres jornadas de cocina en vivo, espectáculos para toda la familia, feria de emprendedores, puestos gastronómicos y, como broche de oro, la presentación del postre Balcarce más largo del mundo.
Es una fiesta que crece año a año y que combina el entusiasmo de toda una comunidad con el atractivo de una propuesta federal, diversa y sabrosa.
El postre que inspira esta celebración nació hace más de siete décadas, cuando el pastelero Guillermo Talou ideó una receta que pronto se convertiría en emblema.
En 1950, en la Confitería París, en pleno centro de Balcarce, Talou presentó una delicia de capas que combinaba bizcochuelo, crema chantilly, dulce de leche, merengue, nueces, castañas en almíbar y coco rallado.
La creación era similar a otra preparación que quedó en la memoria gastronómica nacional, el Imperial Ruso que había sido presentado tiempo atrás en la famosa Confitería El Molino por el pastelero Cayetano Brenna.
Con los años, el postre ganó fama y en 1958 la receta fue vendida a una empresa de Mar del Plata, que comenzó a comercializarlo con el nombre “Balcarce”, como homenaje a su lugar de origen.
A pesar del cambio, la esencia del postre se preservó en la ciudad: en 1970, Talou fundó junto a su amigo Rogelio Adobbati la confitería Comoantes, que aún hoy mantiene viva la receta artesanal, elaborando el postre como entonces, sin atajos ni alteraciones.
La fiesta, que se celebra desde 2004, surgió como una iniciativa del entonces director de turismo local, Guillermo Weingast, con la intención de posicionar a Balcarce a través de uno de sus mayores orgullos.
Lo que empezó como una propuesta modesta pronto se convirtió en un clásico del invierno bonaerense, atrayendo a miles de personas interesadas en descubrir los secretos de la repostería, degustar delicias locales y vivir una experiencia cultural completa en un entorno natural privilegiado.
El postre que nació en una confitería de barrio se transformó en una insignia provincial, y su fiesta es hoy un homenaje vivo al ingenio pastelero y al espíritu festivo de una ciudad que supo hacer de su historia una celebración.
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Del 5 al 10 de agosto, una nueva edición de este evento online.