En la sobremesa argentina, pocos postres gozan de la permanencia y el cariño que despierta el vigilante. Ese dúo inseparable de queso y dulce —generalmente de membrillo o batata— acompañó almuerzos familiares, menús de bodegón y picadas improvisadas durante generaciones.
Su nombre, según cuentan, se remonta al lunfardo y a los viejos tiempos de las fondas, donde los vigilantes (policías) pedían siempre “lo mismo de siempre” para cerrar la comida, un postre ideal para comer con la mano mientras seguían con sus rondas.
El encanto del vigilante radica en su sencillez: dos ingredientes, un contraste perfecto y una dosis de nostalgia que lo vuelve entrañable.
Pero incluso los clásicos más firmes pueden reinventarse sin perder su alma. La clave está en jugar con los sabores sin desvirtuar su espíritu: cambiar el queso por uno más intenso o más cremoso puede abrir nuevas puertas al paladar sin traicionar la esencia criolla del postre.
En este contexto, te proponemos cinco quesos para salir del molde sin abandonar la tradición. Opciones para quienes buscan un cierre distinto, una vuelta de tuerca al postre de siempre o simplemente otra manera de disfrutar uno de los maridajes más nobles de nuestra gastronomía.
#1. Queso brie. Con su corteza comestible y su interior cremoso, el brie aporta untuosidad y un sabor suave que combina muy bien con el dulce de batata. Si se deja a temperatura ambiente unos minutos antes de servir, gana en intensidad y textura. Ideal para una versión más elegante del vigilante.
#2. Queso de cabra fresco. Ácido, suave y perfumado, es perfecto para acompañar un dulce de membrillo artesanal o incluso un dulce de higos. Su textura ligeramente granulada contrasta con la firmeza del dulce, y su sabor levanta el conjunto sin robar protagonismo.
#3. Queso azul. Un giro audaz para los amantes del contraste fuerte. Con dulce de batata (especialmente si tiene un toque de chocolate), el queso azul genera una combinación potente, salada y dulce a la vez. Mejor si se sirve en pequeñas porciones para no saturar el paladar.
#4. Pategrás estacionado. De pasta semidura y sabor firme, funciona muy bien con dulce de zapallo o membrillo. Su presencia salada realza el dulzor sin volverse dominante. Es una opción intermedia entre lo tradicional y lo gourmet.
#5. Cuartirolo maduro. Aunque el cuartirolo fresco es una de las versiones más clásicas del vigilante, su versión madurada —con más tiempo de estacionamiento y sabor más intenso— permite renovar el postre sin romper el vínculo con la tradición. Va bien con cualquiera de los dulces criollos.
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