Marta Wajda, la cocinera polaca que llegó a Buenos Aires en busca de sol y protagoniza una de las aperturas del año: “Es una ciudad donde todo es posible”

Marta Restaurante, ubicado en una vieja casa de Colegiales, refleja la formación artística de su creadora.

Marta Wajda llegó a Buenos Aires siguiendo un impulso vital: cambiar de vida. Nacida en Polonia y formada en Arte, decidió junto a su esposo dejar atrás los inviernos grises y la rutina europea para instalarse en una ciudad donde el sol predomina casi todo el año.

Durante años, él viajaba cada enero a la Argentina para recorrer la Patagonia y fue en plena pandemia cuando ambos sintieron que era momento de dar un giro. “Decidimos que no queríamos seguir desperdiciando nuestras vidas en Polonia, sin sol, y optamos por mudarnos a Buenos Aires”, cuenta Marta a Cucinare.

Lejos de extrañar su país de origen, encontró en la capital argentina una ciudad que la deslumbró desde el primer día. “Me fascinó con su diversidad, su arquitectura y su energía. Para mí es una ciudad donde todo es posible, donde cada uno puede ser quien es”, explica Wajda. No habla de aspectos negativos, sino de diferencias culturales que se propuso comprender y aceptar.

El vínculo con la gastronomía lo trae desde chica, cuando cocinaba con su madre y su abuela, pero fue después de estudiar Arte que encontró en los fuegos una forma de expresión tan potente como cualquier disciplina plástica.

“La cocina fue otra manera de expresar lo que tenía adentro, de crear desde los sentidos”, asegura Wajda, de formación autodidacta. Sus primeros recuerdos no están ligados a recetas, sino a formas: “De chica armaba imágenes con los alimentos en los platos, hacía esculturas con verduras y frutas, pegaba imágenes hechas con envoltorios de caramelos y construía barquitos con cáscaras de pistacho”.

Una polaca en Colegiales

Con su proyecto Marta Restaurante ya en marcha, no tiene tiempo para cocinar en su casa. Lo que sí hace con frecuencia es salir a recorrer Buenos Aires en busca de nuevos sabores e ideas. “Visitamos restaurantes nuevos y también los clásicos, que son los que más me inspiran”, dice. Entre sus placeres cotidianos menciona un plan infalible: “Un pedazo de fugazzeta y una copa de vino en La Mezzetta”.

Marta funciona en una vieja casona reciclada del barrio porteño de Colegiales, una elección que no es casual y la propia cocinera lo argumenta en la carta de bienvenida que deja en las mesas para recibir a los comensales.

La invitación a este hogar que viene con un salón central, otro más privado y una terraza donde se encuentra la huerta, puede comenzar con entradas entre las que se destacan los tomates cherry reliquia pelados, presentados en su agua con un par de uvas, aros bien finos de hinojo y el toque que la propia Marta viene a dar en la mesa: unas gotitas de aceite de cilantro.

Marta compara a los platos con lienzos a los que ella añade sabores y aromas, y eso se nota en los detalles de la presentación y en esta idea de terminar algunos platos ella misma ante los ojos del comensal.

Otra entrada destacada es Lango, bautizada así por el protagonismo de los langostinos, beurre blanc, tajín de mandarina, alga nori y echalottes encurtidas.

Y si buscás otras opciones, podés optar por el 2 corazones (paté de pato, Marsala, corazones de pollo a la parrilla y pistacho), el Grávlax tropical (trucha patagónica, frutas de estación, salsa de miel y mostaza, huevos de trucha) o Plato naranjo (zanahoria, crocante de sésamo, tahini y “caviar” de naranjas).

Los platos principales de Marta Restaurante

Los principales de la carta de otoño tienen 4 propuestas. Océano nocturno entrega productos del mar argentino (langostino, calamar, mejillones) en un risotto negro con un toque de kimchi y una galleta crocante al tono para acompañar. Una vez más, el arte presente al momento de emplatar.

Muy recomendable el plato llamado Pierogi: dumplings de pato que Marta concluye, una vez más, en la propia mesa, al inundarlos en un sabroso caldo de carne, pato y hongos silvestres. Uno de los puntos altos del menú.

También hay lugar para las carnes con Nueva tierra (bife de chorizo, topinambur, gírgolas y salvia) o su versión con wagyu, aunque en ese segundo caso depende de la disponibilidad.

Los postres de Marta Restaurante

Para cerrar la cena, todas las miradas se la lleva el Bosque mágico, una mousse liviana de chocolate que combina también naranja, verbena de limón y unos hongos de merengue para cortar con la paleta oscura. Pero el toque final de sabor lo entregan unas chispas rosadas que explotan en la boca como aquella golosina vintage, la magia que Marta aporta al momento de bajar el postre a la mesa.

La creatividad de la cocinera se aprecia también en la Torta frita de Marta, que uno turrón, pistachos, mousse de rosa mosqueta y ciruela seca. Y si preferís helado, el Ice & Honey es una gran elección: semifreddo de miel de chiles, helado de miel silvestre y sorbete de miel de eucalipto y lima, tres texturas perfectamente ensambladas.

La carta de vinos no es abundante, pero entrega una buena selección que privilegia la presencia de pequeños productores de nuestro país.

A la búsqueda de nuevas ideas

Sobre su presente profesional en su restaurante, Marta habla con entusiasmo. “Estamos creciendo, aprendiendo y buscando nuevas ideas”, señala. En este momento trabaja junto a su equipo en una nueva carta para el verano, que reforzará la relación entre la propuesta gastronómica y el jardín del restaurante. “Queremos ofrecer a nuestros comensales experiencias aún más lindas, donde el espacio también forme parte de lo que se come”.

A la hora de hablar de influencias de su cocina, no las cuenta ni las categoriza: dice que hay tantas como viajes hizo. “Me encantan los sabores de Japón, Indonesia, pero también del Medio Oriente y los Balcanes. Tampoco faltan recetas clásicas polacas y argentinas”, enumera. Y agrega, como resulta evidente al recorrer la carta, que su cocina no se inspira sólo en ingredientes, sino también en lo visual y lo sensorial: “Los colores, las formas y los aromas me disparan ideas. Todo puede ser un punto de partida”.

Marta Wajda cocina como una artista: con sensibilidad, libertad y una fuerte conexión entre lo estético y lo emocional. Y en Buenos Aires encontró el escenario ideal para desplegar esa visión.


Author: Martina

Cinco variedades de quesos para renovar el clásico postre vigilante

Batata o membrillo es el debate de siempre, pero también...

Tres marcas de aceite de oliva prohibidas por ANMAT

El organismo determinó que presentaban irregularidades sanitarias, registros falsos y...

Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *