Salir a comer en familia puede ser una experiencia gratificante, pero también un desafío cuando hay niños en la mesa. En muchos restaurantes porteños, el menú infantil aparece como una solución práctica y amigable.
Platos pensados especialmente para los gustos, los tiempos y las porciones que prefieren los más chicos. Desde clásicos como milanesas con papas fritas hasta pastas con salsas suaves, la oferta se orienta a mantenerlos felices, cómodos y bien alimentados.
Para los adultos, contar con estas opciones específicas representa también una tranquilidad. Los menús infantiles suelen ser más rápidos de servir, vienen acompañados de bebida y postre, y muchas veces incluyen detalles como vasos con sorbete o juegos para entretener a los chicos mientras esperan.
Además, suelen tener un precio accesible, lo que los vuelve una herramienta clave para las familias numerosas que quieren disfrutar de una buena comida fuera de casa.
Sin embargo, no todos los espacios gastronómicos porteños piensan igual. Mientras algunos ven en el menú infantil una extensión lógica de su propuesta familiar, otros prefieren dejarlo fuera de la carta y adaptarse a los pedidos de cada cliente. Así, cada restaurante diseña su propio camino para incluir a los comensales más pequeños en la experiencia.
En El Retorno, restaurante de Villa Adelina, por ejemplo, decidieron apostar fuerte por los menús infantiles. “Buscamos tener opciones rápidas y divertidas para los niños, además le sumamos la bebida y el postre también va incluido en el menú. El que más piden es el flan”, cuenta Rocío Álvarez, encargada del local.
“Creo que es una solución para los padres y evitamos demoras con los platos de los niños para que todos estén más tranquilos y puedan disfrutar de un buen momento”, completa.
A la hora de armar el menú, no buscan innovar, sino asegurar el éxito: “Tenemos los clásicos, los platos que sabemos que no fallan con los más pequeños. Por ejemplo los chicken fingers, los ñoquis y la milanesa con guarnición —unas buenas papas fritas—”, detalla Álvarez.
Para Rocío, ofrecer estas opciones también completa la propuesta general del restaurante: “Es un plus para las familias tener opciones pensadas específicamente para los niños y también saber que al pedirlas, es lo primero que el mozo les va a llevar a la mesa”.
En Puchero, un restaurante que gira en torno a los sabores caseros y la nostalgia de las comidas de la infancia, el menú infantil es una pieza clave. “El menú purrete, como lo llamamos, tiene opciones de pastas tradicionales como tallarines o ñoquis, con salsas simples como fileto, manteca o crema”, cuenta Carlos Apollonio, uno de los dueños del lugar.
La propuesta incluye además detalles pensados para hacerlos sentir especiales: “Los esperamos con su vaso plástico con sorbete y pizarras mágicas para que se sientan los invitados especiales del evento y que su familia pueda disfrutar la jornada con algunas de sus preocupaciones resueltas”.
El precio también fue cuidadosamente calculado: “El menú cuenta con precios accesibles para que las familias con dos o tres purretes puedan venir a disfrutar tranquilas sin miedo a sufrir el estrés de una cuenta muy abultada”.
Del otro lado de la grieta, en Mondongo y Coliflor eligieron no ofrecer un menú infantil específico, aunque aseguran estar siempre atentos a lo que los chicos necesitan.
“Tenemos un montón de opciones adaptables para los chicos. Lo que sí tenemos como norma es que al cliente siempre le decimos que sí”, explican desde el restaurante. “Si hay que hacer alguna salsita especial para que el nene lo coma, estamos predispuestos a hacerlo. Incluso si quieren fideos con aceite o con manteca, que no están en la carta, se lo hacemos igual”.
“Siento que los chicos han cambiado mucho a comparación de cuando nosotros, la gente de mi edad y los que ahora tienen 40, teníamos su edad. Los chicos ahora eligen lo que quieren comer. Determinan y lo dicen, y se hacen notar. Han ampliado el paladar gastronómico. Hay chicos que vienen acá solamente porque les encanta la napolitana de acá”, afirma Cabito Massa Alcántara chef y uno de los propietarios del restaurante.
Lejos de tener quejas, sostienen que su política de flexibilidad es bien recibida. “Nosotros siempre estamos abiertos a hacer el plato que quieran, a cumplir el deseo, a reivindicar la palabra restaurante. La idea es que los clientes vengan, coman bien, y se vayan con la panza llena, el corazón contento y que sus deseos se hayan cumplido”.
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