En la cocina japonesa hay un condimento que lo cambia todo: el furikake. Un toque sobre el arroz blanco y, entonces, el plato más simple se vuelve irresistible. Este sazonador tradicional, cuyo nombre significa literalmente “espolvorear”, es una mezcla seca a base de algas nori, semillas de sésamo, sal, azúcar y copos de pescado deshidratado (katsuobushi), aunque también existen versiones con huevo, wasabi, umeboshi o incluso algas kombu.
Nació en Japón a principios del siglo XX como una forma de sumar sabor y nutrientes al arroz de todos los días. Hoy, sin embargo, traspasó fronteras y aparece como el condimento estrella de la cocina japonesa contemporánea. Su equilibrio entre salado, dulce y umami hace que realce todo lo que toca.
Aunque su uso más común es sobre el arroz, el furikake es mucho más versátil de lo que parece. Se puede espolvorear sobre palta o huevo frito, sumar a una ensalada, o usar como topping de fideos, sopas, bowls, pescados o verduras asadas. Algunos chefs incluso lo incorporan en mantecas saborizadas o en mezclas de pan rallado para rebozar.
Un frasco chico alcanza para transformar una comida casera en algo digno de restaurante. Y lo mejor: cada variedad tiene su personalidad. Los más clásicos combinan alga y bonito seco, mientras que otros incluyen sabores más modernos, con ajo tostado o chile.
Cada vez más tiendas gourmet, dietéticas y supermercados asiáticos en Buenos Aires y otras ciudades argentinas lo ofrecen en diferentes versiones. También se puede preparar de forma casera, aprovechando algas nori picadas, semillas tostadas y un poco de sal marina.
La periodista Agustina Larrea edita y cura este espacio mensual bautizado #HistoriasDesdeRoma.
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