Cervecerías pioneras: anatomía de la birra porteña mucho antes de la moda

Tienen décadas de historias y sobreviven al reciente boom de la cerveza artesanal: 4 clásicos para disfrutar de un buen chopp.

A nadie sorprende ya el furor de las cervecerías cuya ola de espuma literalmente cubre las principales ciudades argentinas. El éxito del negocio cabalga sobre una propuesta a base de canillas de cerveza artesanal, finger food de razonable calidad y buena música, suficiente para tentar a un público joven (y no tanto), para tener una experiencia “birrogastronómica” a un precio razonable.

Pero ¿qué sucedía con las cervecerías antes del boom? ¿Existía ese modelo de negocios hace 40 años atrás? No. Las cervecerías propiamente dichas eran un negocio diferente, étnico, ya que era patrimonio de la comunidad alemana; eran reductos donde ofrecían chopps, tanques y floreros de cerveza tirada, acompañados por platos calóricos de corte germano.

Por lo general, tenían paredes recubiertas por boiserie, percheros de bronce, tulipas de cristal y cuadros un tanto kitsch alusivos a la Selva Negra o los Alpes Bávaros. Muchas de ellas desaparecieron, como Hermann y la Munich Recoleta, pero otras subsisten. Cucinare te cuenta cuáles son algunas de las sobrevivientes:

#1. ABC. Es curioso que, a metros de Florida y Lavalle, aparezca encastrada entre dos edificios una casita de estilo alpino, uno de los dejos surrealistas propios de esta ciudad. Así es, porque el ABC, que funciona hace más de 80 años, es una típica bierhaus alemana, con paneles de madera, vidrios biselados y herrajes de bronce. El servicio de mesa peina canas y tiene sobrado oficio. Se pueden comer platos como codillo de cerdo, albóndigas de hígado o una mega hamburguesa coronada por un huevo frito llamada Bismarck (parece que le gustaba mucho al viejo canciller). La cerveza tirada no falta, otro de los fuertes de la casa. Lavalle 545, Microcentro.

#2. Zum Edelweiss. “Aquí vienen abuelos con sus nietos que, a su vez, venían con sus abuelos”, cuenta Bruno Nasciarelli, titular de Zum Edelweiss y bisnieto del fundador del negocio, inaugurado en 1907. La boiserie oscura, boxes, vitraux y panoplias con cornamentas de ciervo hacen de esta cervecería un museo culinario. La carta ofrece buena parte de esos platos de antaño como el Lomo Eduardo VII, chucrut garni o la suprema a la Maryland. Además, es una de las pocas opciones que hay en la zona para ir a comer luego de una función en el Teatro Colón. Libertad 431, Tribunales.

#3. Bodensee. Es una clásica bierhaus de Palermo, fundada en 1925. Se trata de una luminosa esquina que cuenta con un salón en “L” de techos altos y piso calcáreo. Actualmente, Rubén Pfarherr, el propietario, de 76 años, es todo un personaje al cual los clientes acuden a rendirle sus respetos. Bodensee tiene capacidad para 60 comensales distribuidos en mesas de madera y sillas Thonet recuperadas. Ahora están cambiando de choppera, así que se manejan con Amstel y Heineken. Las especialidades de la casa son el goulash, salchichas alemanas con chucrut casero, costillas de cerdo, arenque marinado y leverwurst. La música es germana, en general de los alemanes del Volga (sí, del Volga, de cuando Pedro El Grande llevó alemanes a Rusia), similar al chamamé. Honduras 6000, Palermo.

#4. Bar Alemán. Es una institución del barrio de Devoto, inaugurado en 1983. Pero a pesar del nombre, no se caracteriza por el “bouquet” teutón, ya que está perfectamente acriollado. La carta está compuesta por pastas y mariscos, aunque todavía conservan especialidades germanas como salchichas y chorizos alemanes con chucrut, chucrut garni y costillas de cerdo ahumadas con kartoffelsalat. La cerveza no se caracteriza por su variedad, ya que sólo trabajan con Quilmes (balón, tanque y medio tanque). San Martín 5992, Devoto.

¿Conocés alguna de estas antiguas cervecerías?


Author: Cucinare

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