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¿Desde cuándo usamos la mesa para comer?

Nunca nos preguntamos de dónde viene. Su evolución a la hora de comer.

“¡A la mesa!”. “¡A poner la mesa!”. ¿Quién no escuchó esa frase de corte cotidiano? Nada más natural que sentarse en una mesa a la hora de comer. Pero ¿desde cuándo existe ese rito en entre los hombres?

Según se sabe, en parte gracias al talento del joven historiador francés Jean-François Champollion, los jeroglíficos egipcios encontrados en pirámides y monumentos aluden a una cultura que giraba en torno al servicio de la comida. En esa época ya existían finos vasos (en casa de la gente pudiente), recipientes para guardar verduras y ornamentos que recubrían las mesas. Ellos ya tenían mesas modelos tijera con pies cruzados.

Los griegos incluyeron la cuchara, pero los romanos en sus banquetes comían reclinados en un diván llamado triclinium, aunque en ambas culturas ya se usaban mesas de tres patas para apoyar la comida. Fue durante la Edad Media que comenzó a usarse la mesa tal como nosotros la conocemos. En los castillos, donde por lo general sólo había una única sala para uso común, dotada de una gran chimenea donde además se cocinaba, existía un gran tablón que se apoyaba contra un muro, y se “ponía” sobre dos o tres caballetes a la hora de las comidas, de ahí el término “poner la mesa”. La vajilla era de plata o peltre para los nobles, y de madera y barro para los campesinos.

Con el Renacimiento se refinaron las costumbres, aparecieron mesas ostentosas con patas contorneadas y se introdujo el tenedor, aporte de la princesa Teodora, que trajo de Bizancio a Venecia. Y, con el tiempo, fueron apareciendo los cubiertos individuales, los saleros y las copas de cristal. En el siglo XVI se puso de moda la porcelana china y comenzaron a definirse las normas de etiqueta en la mesa.

En el siglo XVII, los ingleses empezaron a realizar mesas muy ligeras y con patas esculpidas, de muebleros extraordinarios como Thomas Sheraton y posteriormente Thomas Chippendale.

Los contemporáneos son herederos de muchas de esas costumbres, pero la producción industrial en masa y el funcionalismo hicieron que el uso de la mesa sea común a todo Occidente. Por eso la próxima vez que alguien escuche “¡A la mesa!”, sería bueno que sepa que, detrás de esa frase, hay muchos siglos de historia.

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