El restaurant Fleming by Le Bilboquet, en Nueva York, adoptó un sistema muy rígido para tomar las reservas. Para cada persona que llama pidiendo una mesa, las recepcionistas están encargadas de googlear a los candidatos para ver si son dignos de sentarse a comer allí.
Las normas de la casa se rigen mediante un documento interno bautizado “Fleming Hostess Reservation Protocol” (protocolo de reservas de las recepcionistas de Fleming). El objetivo, de acuerdo con The New York Post, sería el de “conservar el restaurant solo para personas especiales”.
De esta manera, si el establecimiento considera que quien solicitó la reserva no es lo suficientemente rico y distinguido, las recepcionistas no le contestarán su pedido. Y este no es un caso aislado, ya que cada vez más restaurantes de alta gama filtran a sus comensales controlando sus antecedentes sociales a través de las redes.
“Los datos nos dan simplemente la oportunidad de entender mejor a la gente”, contestó un empleado del restaurant Elizabeth, de Chicago, en una entrevista con el diario. Pero hay casos peores: el Eleven Madison Park, de Nueva York, revisa cada día lo que figura en Google sobre sus clientes. El Gran Hermano en versión gastronómica.
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