En el año 1540, el verano fue tan caluroso en los viñedos de la región francesa de Borgoña que, según un documento de la época, las uvas se redujeron a pasas de uva en las viñas y resultaron tan azucaradas que tuvieron que cosechar varias semanas antes.
El vino que elaboraron fue almibarado y muy alcohólico. Ese registro fue excepcional en la historia de la vinicultura francesa, lo que no se puede decir de los que se hacen ahora.
Los científicos e historiadores han realizado un registro de las fechas de cosecha desde el año 1354 hasta hoy, lo que les permitió comprobar que un fenómeno similar al del extremadamente caluroso 1540 se viene dando desde hace tres décadas. Actualmente, las uvas son cosechadas dos semanas antes que lo que se acostumbraba.
Esto se está confirmando en el hecho de que el contenido de alcohol en los vinos franceses está aumentando: de un 12% en los años 70, ahora se llegó a un 14% en promedio, aunque ese nivel varía según cada región. Por el calor, las uvas acumulan más azúcar, que luego se transforma en alcohol.
“Con temperaturas muy altas, aumenta el azúcar y disminuye la acidez. Aquí no nos gustan los chardonnays demasiado pesados, azucarados y maduros, queremos que sean frescos. Y eso cuesta más en veranos más cálidos”, explica Nathalie Oudin, productora de vinos blancos en su finca familiar de la Borgoña.
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