La región japonesa de Fukushima no es famosa únicamente por el desastre ecológico provocado en 2011 por el tsunami que arrasó con la central atómica del área. Sino también porque es allí donde se están empezando a cultivar bananas cuya cáscara es comestible.
Hasta antes del accidente nuclear, la prefectura de Fukushima era la zona de Japón más innovadora en materia de técnicas agrícolas. Con el accidente de la central nuclear, esta pujante industria quedó frenada, ya que se detectaban restos de contaminación radioactiva en muchos de sus campos cultivados.
Pero la creatividad de los japoneses les ha permitido superar este desastre con herramientas como los suelos de poliéster, que sirven para separar los cultivos de las tierras contaminadas. Gracias a este invento, de vuelta Fukushima puede producir frutas y vegetales aptos para el consumo humano.
Fue así que surgieron las bananas Kirei (hermosa, en japonés), cuya cáscara es comestible. “Nadie hubiera imaginado esta cosecha de banano hace ocho años y medio cuando ocurrió el tsunami y el accidente nuclear“, afirma Masao Uchibori, gobernador de la región.
Pero como su cáscara le aporta un mayor valor en el mercado, ya se empezaron a vender las bananas a 3 dólares cada una, lo que ayudará a recuperar la agricultura regional. Y, además, a reducir la importación de bananas provenientes de Filipinas, muy demandadas por los japoneses.
Otra de las ventajas de estas bananas que no necesitan ser peladas es que no requieren de pesticidas ni de manipulaciones genéticas para su cultivo, y además las plantas maduran mucho más rápido (cuatro meses en lugar de dos años).
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