Lo primero que tenés que saber es que no podés devolver el vino solo porque no te gusta. Si no sos un especialista o un buen conocedor, lo mejor es llamar al mozo o sommelier del restaurant para que te asesore antes de elegir qué vas a tomar.
En cambio, hay motivos bien específicos para llamarlos y exigir que te lo cambien. Se trata de que tengas un argumento válido para rechazarlo y que esté relacionado con algún defecto que le encontraste al vino que te sirvieron.
Estas son las fallas más comunes que podés encontrar:
#1. Olor a corcho. Es el más común de los defectos y tiene que ver con que el corcho (si no es sintético) es elaborado en su proceso con cloro, pero esto puede provocar, a veces la aparición de aromas a moho o cartón mojado. En ese caso, si el vino presenta un aroma muy intenso a humedad, llamá al mozo y pedí que te lo cambie.
#2. Anhídrido sulfuroso. Se lo usa en la elaboración de vino como antiséptico y antioxidante. Pero cuando se lo utiliza en exceso, el vino tiene un aroma a fósforo recién encendido. En este caso, si aireás correctamente el vino, el defecto desaparece.
#3. Huevo podrido. El ácido sulfhídrico que surge durante el proceso de producción del vino puede dar ese mal olor, que también se remueve aireando el vino correctamente.
#4. Vino avinagrado o “picado”. Si huele a vinagre y tiene ese sabor, es señal de que el vino está picado. En estos casos, no queda otra opción que pedir el cambio de la botella.
¿Te pasó alguna vez de tener que pedir que te cambien un vino?
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