Se ha hablado sobre todo tipo de fobias y trastornos alimenticios, que van desde la neofobia (miedo a comer algo nuevo) que, con los años, genera el llamado “paladar de párvulo”, pasando por la fagofobia (miedo a atragantarse), y otras patologías vinculadas a la alimentación.
Pero lo realmente llamativo es la mageirocofobia, o el miedo a cocinar. ¿A cocinar? Sí, existe el miedo profundo e irracional a acercarse a las ollas.
El término deriva del griego antiguo “mágeiros”, que significa cocinero o carnicero, y “fobia”, término asociado al miedo que también deriva de la lengua de Herodoto. Por lo general, se dispara por algún trauma asociado a la cocina, como quemaduras, intoxicaciones o malas experiencias, aunque no es excluyente. La fobia se manifiesta en la ansiedad incontrolable sufrida por cualquier actividad que esté asociada a la cocina o al hecho de cocinar.
Martín Puricelli, médico especialista en Psiquiatría y Medicina legal, habló con Cucinare y dijo que la mageirocofobia “no pasa por el simple hecho de negarse a cocinar, ya que para ser considerada una patología debe ser ‘egodistónica’, es decir, que genere un intenso malestar y afecte las acciones de la vida diaria. Hay diversas terapias para superar esta situación, generalmente de orientación cognitiva conductual, de entrenamiento de habilidades y técnicas de exposición controladas (por supuesto, también es necesario descartar previamente la presencia de otro trastorno mental)”.
¿Habías escuchado hablar de esta fobia?
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