No es la peor cara del coronavirus, que ya provocó en todo el mundo más de 4 millones de personas infectadas y casi 300 mil fallecidas. Pero con la pandemia se puso aún más en evidencia un sistema económico que está dispuesto a destruir toneladas de alimentos con tal de no perder ganancias. Y eso se nota sobre todo ahora, cuando millones de personas se quedaron sin ingresos y necesitan imperiosamente que alguien los ayude a conseguir comida.
En distintos países desarrollados, se ven a tamberos derramar millones de litros de leche por día, a los productores agropecuarios sacrificar gallinas y cerdos, y dejar pudriéndose toneladas de frutas y verduras sin cosechar porque no tienen ningún destino comercial. Y todos estos alimentos podrían ser destinados a bancos de comida y comedores comunitarios donde millones de personas que quedaron desempleadas no pueden comer adecuadamente.
De acuerdo con Eric Holt-Giménez, exdirector de la ONG Food First y autor de “¿Podemos alimentar al mundo sin destruirlo?”, “la industria láctea ha estado en crisis durante décadas debido a la sobreproducción y consolidación. Los precios bajos y los márgenes reducidos han hecho que los agricultores sean vulnerables incluso a pequeñas interrupciones del mercado. El Covid-19 es la gota que colmó el vaso. Uno espera que esto conduzca a las reformas que se necesitan con urgencia: reformas que garanticen una industria saludable y sostenible que pueda ayudar a reconstruir una industria más descentralizada y familiar para los agricultores”.
En un mundo extremadamente competitivo, los agricultores tienen que producir lo más posible para mantenerse y no desaparecer, aun sabiendo que la sobreproducción termina siendo un desastre para todos cada vez que sobreviene una crisis.
Justamente, cada una de estas crisis hizo que el sector se centralizara cada vez más, eliminando a los pequeños productores y dejando la producción en manos de grandes corporaciones. Que, cuando llega un momento como esta pandemia, pueden dejar sin alimentos a gran parte de la población, ya que de manera coordinada cierran sus plantas porque no les resulta rentable seguir produciendo.
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