Este año está de moda pegarle a los 50 Best

El premio a Narda Lepes como mejor cocinera de América latina disparó críticas contra el reconocido premio internacional.

Por Alejandro Maglione

Para los que no estén al tanto, The World’s 50 Best es un premio creado por la revista Restaurant de Londres que se otorga anualmente. Comenzó siendo solamente una grilla de los mejores restaurants del mundo, elaborada por una “Academia de Votantes” cuyos miembros los selecciona arbitrariamente la revista.

Votantes que, a su vez, deben firmar un contrato declarando conocer el reglamento del concurso y, sobre todo, se comprometen a guardar confidencialidad respecto de su pertenencia a dicha “Academia”, para evitar ser influenciados maliciosamente para direccionar su voto.

Luego se resolvió que el premio, además de mundial, fuera regional. Y así surgió una premiación correspondiente a América latina, otra para Asia. La Argentina tuvo siempre una presencia activa en esa grilla latinoamericana, justificada por su bien ganada fama de ser un buen destino gastronómico, además que son varios los cocineros reconocidos que triunfan mundialmente. Triunfan nuestros bármanes. Triunfan nuestros vinos. No hace falta explicar demasiado nuestro suceso en los 50 Best.

Sin embargo, lo que no esperaban los amigos de Restaurant es nuestra inveterada vocación de autoflagelarnos. Desde el primer listado, surgieron detractores, objetando las inclusiones y omisiones que conlleva SIEMPRE elaborar una lista. Especialmente en nuestro país, hacer una lista de reconocimiento a lo que sea, genera de inmediato un grupo de comedidos que no sólo la objeta, sino que se atreve a proponer listados propios. No importa si son restaurants, vinos, equipos de fútbol o ministros de economía…

Incluso, vimos acceder al selecto ránking mundial a la parrilla Don Julio, para orgullo de muchos, comenzando por su factótum: Pablo Rivero. No obstante, no faltó quien se preguntara: ¿está bien que la gastronomía argentina sea representada por un parrilla? Quizás ignorando que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a la cocina mexicana, que solo presentó una muestra de su cocina, la cocina de Michoacán y no toda la cocina de ese país.

Por lo que, realmente, dudar de que la parrilla nos representa, es haber viajado poco, de lo contrario habrían visto que en el exterior cuando un restaurant dice “argentino”, frecuentemente se trata de una parrilla.

Algunos pensamos que los argentinos tenemos una capacidad ilimitada de desnaturalizar lo que sea. ¿O acaso no intentamos hasta arruinar la elección de un argentino como Papa?

Alguna vez, hubo un cocinero que se cansó de hablar mal de la selección de restaurants argentinos que hacían los 50 Best. Un día, premiaron su restaurant. Algunos pensamos que por pudor no iría a retirar el premio, que ese año se entregó en Lima. Pero no, fue como si tal cosa.

Inexplicable: si me cansé de declarar que tal concurso es un fraude, no debería aparecer muy orondo a recibir el premio sospechado de fraudulento. Pero así pasó.

Otro cocinero argentino, Francis Mallmann, de más que reconocida trayectoria mundial, no opinó ni bien ni mal de los 50 Best, simplemente envió una carta ejemplar, en la que les rogaba a los organizadores, que no incluyeran nunca, en ninguna grilla, a ninguno de sus restaurants. Y punto.

Aclaración: los votantes hacen sus propias listas de restaurants. El reglamento dice que queda a su arbitrio elegir 7 restaurants, de los cuales, también a su elección, 3 o 4 podrán ser su país de origen y el resto deberán ser de otros países. Por lo que la previsión de Mallmann fue correcta. Difícil que uno o varios votantes argentinos no incluyeran en su listado a un restaurant de los que maneja Francis.

No pocos pensaron que este año 2020, por obvias razones, no habría selección de restaurants: todo el mundo, literalmente, cerró los suyos. La Argentina se permitió hacerlo durante 7 meses y todavía no reabrieron todos y los que lo hicieron están con graves restricciones. Es más, al cierre hay que sumarle que no se sabe con certeza cuáles reabrirán ni cuáles no lo harán. Peor aún, alguno que fue curiosamente premiado el año pasado, cerró sus puertas y resolvió trasladar su operación a España justo en este año maldito.

Sobre llovido mojado, eligieron a la cocinera argentina Narda Lepes como la “chef femenina” latinoamericana del año. ¡Para qué! Explotaron las redes. Narda tiene una virtud complicada que es no pasar por la vida sin ser notada. Es como una suerte de Marilyn Monroe, que cuando le preguntaron a esta afamada actriz cinematográfica si no le molestaba que la criticaran despiadadamente en la prensa, respondió: “Aunque sea mal, pero me gusta que hablen de mí…”.

Apareció tremenda grieta. Los que apoyaron la decisión incondicionalmente. Del otro lado los que la objetaron con distintos argumentos, a saber: 1) que hace años que no cocina profesionalmente. 2) que, si había que elegir a alguien, esa debió ser Dolli Irigoyen. 3) que es una “reina del marketing” (¿está mal que cuando uno mismo es el producto haga marketing de su persona?). 4) que es parte de un grupo que lidera la organización A.C.E.L.G.A. en beneficio propio (¿está mal armar una organización de cocineros y usarla para promover, también, su quehacer?). 5) que su restaurant “inexplicablemente” fue elegido entre los mejores del 50 Best del año pasado, siendo que sirve ensaladas en un ambiente que parece una guardia de hospital (¿está mal ser seleccionado y decorar MI restaurant como me da la gana?).

No faltó el que reprochó a la Lepes que aceptara la discriminación que implica que otorgaran un premio por ser mujer. Molestó el “chef femenino”. Los detractores esperaban que fuera coherente con su perfil supuestamente feminista y debió reclamar que no se hiciera diferencia de género. ¿No será mucho?

Bueno, hubo para todos los gustos. Uno llegó a criticar hasta lo que consideró un apoyo al gobierno nacional al aceptar ser fotografiada como parte de la denominada Mesa del Hambre. Un tema difícil, siendo que ella misma declaró explícitamente que no sabía para qué la habían convocado, siendo que no tenía conocimientos que pudieran ser útiles para ayudar en este empeño. ¿Si están Estela de Carloto y Marcelo Tinelli, por qué no ella?

En fin, sería interesante que los organizadores de los 50 Best, en el momento que consideren oportuno, den alguna explicación del porqué decidieron seguir adelante con estas premiaciones en un año tan anormal como el que estamos transitando. De lo contrario, alguien podrá pensar que por cobrar un sponsoreo se llega a ser capaz de todo, sacrificando lo más preciado de estas acciones que es la credibilidad. Al fin y al cabo, lo dijo Manuel Belgrano: “Al que procede con honradez, nada debe alterarle”.


Author: Alejandro

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