La gastronomía es un espacio machista. Quizá antes se decía en voz baja y en los últimos tiempos, por suerte, se ha convertido en una descripción objetiva y sin vueltas. Como suele decirse, nada mejor que tener un buen diagnóstico para resolver la enfermedad.
Y en esa evolución que lleva a perder los miedos de decir, de contar, de revelar, en estos días fue Narda Lepes la que lanzó una frase para visibilizar lo que sucede en las cocinas de bares, restaurants y hoteles.
En una interesante entrevista con Clarín, la cocinera argentina no dudó: “Mil veces me tocaron el culo en una cocina”. Y dio detalles: “Me pasó de todo, acoso verbal y físico. Cualquiera que tenga mi edad y haya laburado en cocinas lo vivió. Te acorralan contra un rincón, te dicen una guarrada, te tocan el culo, se te pone uno de cada lado, son situaciones border con el miedo. A mí por suerte ninguna me dejó trauma porque contesto y reacciono, los expongo”.
Ese conocimiento de las cocinas llevó a Narda a tomar una decisión especial en el diseño arquitectónico de su último restaurant. “El espacio que hay entre las heladeras y el horno tiene 25 centímetros más del estándar”, explica Narda a Clarín en la entrevista.
“Se diseñó así desde los planos. Es para que nadie te apoye en un pasillo“, confirma la fundadora de Narda Comedor.
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