La pinsa no es una pizza con faltas de ortografía. Por más que se parezcan mucho, no son exactamente lo mismo. Porque la pinsa nació antes que la pizza, y por muchos especialistas es considerada como el antepasado del plato más emblemático de la cocina italiana.
De hecho, la pinsa es un tipo de pizza, pero con algunas diferencias. Sobre todo, en la masa que se elabora para prepararla, que incluye una mezcla de harinas de soja, trigo y arroz, con aceite de oliva.
El resultado que se obtiene es una masa más ligera, crujiente, con una fermentación que se consigue en tres días, y que es más digestiva que la de la pizza. Además, la masa contiene menos sodio y gluten, aparte de tener menos calorías.
La receta original de la pinsa está relacionada con la de la focaccia (otra preparación emparentada con la pizza) y tiene su origen en la época de los romanos.
En su origen, la preparaban los agricultores de la región de la Lazio (que rodea a Roma), mezclando agua, cereales, sal y hierbas aromáticas. Pero a pesar de su origen humilde y lejano, la pinsa sigue existiendo en Italia, aunque no logra ni siquiera hacerle sombra a la pizza, el plato más consumido en el mundo.
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