Cerró la panadería de los Papas en El Vaticano: cuáles eran los pedidos de Francisco

El local, fundado hace 90 años, tiene que bajar la persiana por la falta de clientes.

El panadero Angelo Arrigoni cerrará el horno que abrió su padre hace 90 años y que todos en el barrio de Borgo Pio, Roma, conocen como la “panadería de los Papas”.

Desde su fundación, este local se encargó de proveer pan a los líderes de la Iglesia Católica. Esta semana, por primera vez, el papa Francisco se quedará sin su pan.

El sábado 8 de julio pasado, “la panadería de los papas” bajó definitivamente la persiana.

Arrigoni buscó ayuda en el ayuntamiento de Roma para poder mantener un negocio que perdió gran cantidad de clientes por la falta de habitantes de la zona.

Otro de los duros golpes que recibió la panadería fue la cuarentena por la pandemia de coronavirus.

El padre de Angelo Arrigoni era panadero en Milán, pero se había enamorado de una chica que se había mudado a Roma y quiso seguirla hasta la capital italiana.

Una tía muy religiosa le prestó el dinero para abrir su propia panadería, pero con la condición de que comprara un horno y una casa cerca de San Pedro, donde ella pasaría su últimos años.

En 1930, cuando abrió por fin el horno, se ofreció el pan al Vaticano y fue un éxito, a pesar de que dentro de los muros vaticanos había un horno que cerró años después.

Desde entonces en Borgo Pio 126, en este pequeño local con su simple rótulo “panificio” parece haberse detenido en el tiempo.

Eran tiempos en los que cuentan que Pío XI (1922-1939) temía ser envenenado y por eso la entrega del pan seguía un procedimiento muy riguroso.

El abuelo de Arrigoni, que mientras tanto se había reunido con su hijo en Roma, metía el pan en un gran arcón que llegaba del Vaticano y del que sólo él tenía la llave. La otra llave se encontraba sólo en los apartamentos papales para que se abriese delante del pontífice.

En cuanto al papa Francisco, Arrigoni explica que incluso estaba dispuesto a hacerle un tipo de pan argentino: “Pero nos hizo saber que todo estaba bien, que le enviáramos lo que le quedaba, que no quería pan especialmente hecho para él”.


Author: Cucinare

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