La parrilla porteña fundada por dos mozos que apuesta por mantener la tradición de las carnes argentinas
Parrilla Peña respeta la idea de cortes clásicos sin marcar, empanada de cortesía y atención a la antigua.

En el corazón del Centro porteño, Parrilla Peña es un clásico que no necesita modernizarse para seguir vigente. Con una receta simple y efectiva —empanada de bienvenida, mozos con oficio y cortes de carne impecables—, este restaurante de espíritu tradicional se mantiene entre las recomendaciones más firmes a la hora de comer carne en Buenos Aires.
El local fue inaugurado en 1983 por César Páez y Ricardo Martínez, dos mozos que se reinventaron tras el cierre del mítico Bachín. La parrilla conserva el mismo aire familiar desde sus comienzos. Hoy el legado continúa en manos de Nicolás y Hernán Spagnolo, sobrinos de Martínez, que falleció en 2018.
En la carta no hay lugar para las modas: ojo de bife, bife de chorizo, entraña y mollejas son los protagonistas. Siempre recién salidos de las brasas, porque acá la carne no se marca jamás.

Una historia con brasas encendidas
Cuando en 1982 se enteraron de que Bachín cerraría sus puertas, Páez y Martínez decidieron dar el salto. Un año más tarde abrieron su propia parrilla, apenas a unas cuadras, con una propuesta sin vueltas: cocina a la vista, salones amplios y brasas encendidas junto a la entrada.
La carta, plastificada y sin sorpresas, refleja el recetario porteño más tradicional. Carnes de calidad pareja, sabrosas y con respeto por la tradición carnívora nacional.
Los cortes más pedidos en Parrilla Peña
La experiencia en este local comienza con una empanada frita que llega de cortesía: masa apenas hojaldrada, relleno jugoso de carne o humita. El chorizo, con piel crocante y corazón tierno, invita a improvisar un sánguche con pan y chimichurri casero.
El asado —tres tiras servidas en banderita— destaca por su punto perfecto: tierno, jugoso, con sabor profundo. La entraña, cocida con precisión, conserva todo su carácter. Y el ojo de bife es el corte estrella.
De guarnición, tomate fresco con orégano o papas fritas doradas y tentadoras. El servicio es ágil y amable, y la carta de vinos, breve pero adecuada para la propuesta.
Author: Cucinare
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