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Vatel, el cocinero que prefirió la muerte a la deshonra

El creador de la crema chantilly tuvo un final trágico por culpa de sus proveedores.

Es sabido que más de un cocinero francés optó por el suicidio antes un esperado fracaso culinario. Pero el precursor de esta desgraciada costumbre fue el legendario François Vatel, cocinero y maestro de sala de grandes señores, como el marqués de Fouquet y el príncipe de Condé.

Vatel tenía una extracción humilde; a los 15 años decidió ingresar como aprendiz de pastelero, y a los veintidós fue contratado como pinche en las cocinas de Vaux-le-Vicompte, el palacio en construcción del marqués de Fouquet. Sus dotes innatas para la organización lo llevaron a ser nombrado maestro de ceremonias de su señor; alcanzó su punto más alto cuando organizó un banquete de 80 platos servidos en vajilla de oro y plata maciza, evento musicalizado con 80 violines, con motivo de la inauguración del palacio, con la presencia del joven rey Luis XIV.

Más tarde Vatel, a quien se le atribuye el invento de la crema Chantilly, pasó al servicio del príncipe Luis II de Borbón Condé, primo del rey, caído en desgracia por haber participado en un complot llamado “la Fronda”. El príncipe, con el objetivo de reconciliarse con el monarca ya que estaba al borde de la quiebra, le pidió a Vatel que organizara una fastuosa recepción para el rey y toda la corte, unas 3 mil personas que fueron sus huéspedes durante 3 días. Lamentablemente hubo una serie de contratiempos con el abastecimiento de carne y la coordinación de los fuegos artificiales, lo que llevó a Vatel a la desesperación. Pero el drama sucedió el último día, cuando se iban a servir los platos de pescado.

La marquesa de Sevigné, presente en la fiesta, relató lo sucedido en dos cartas: “Vatel se despertó a las 4 de la madrugada, dispuesto a atender todo. Los demás dormían. Llegó un abastecedor de los menores con sólo 2 paquetes de pescado. Le preguntó: ‘¿Es todo?’. El hombre le contestó: ‘Sí señor’. El proveedor no sabía que Vatel había enviado emisarios a todos los puertos de mar. Vatel esperó un rato…el cerebro empezaba a arderle (…) Vatel subió a su habitación, apoyó la espada en la puerta y se la clavó en el corazón, aunque no cayó muerto hasta el tercer intento. Sin embargo, el pescado empezó a llegar de todos los rincones y buscaron a Vatel para que lo distribuyera; fueron a su habitación, llamaron a la puerta y lo hallaron bañado en su propia sangre”.

Ese fue el final del gran Vatel, el cocinero-maître que prefirió quitarse la vida antes que la humillación de haberle fallado a su señor, cosa que no hubiera sucedido si el desgraciado organizador hubiera esperado unas horas más.

¿Conocías la historia de Vatel?

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