Gastronomía en la Guerra Fría: el increíble menú que nunca llegó a comerse

Cómo se pensaba comer en los búnkers en caso de que estallara una conflagración nuclear global. 

En 1962, la pulseada entre el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, y el líder de la Unión Soviética, Nikita Jrushchov, está en un punto álgido. Los misiles soviéticos están por llegar a Cuba. El mundo mira expectante los sucesos, temeroso de una guerra termonuclear a escala global, la madre de todas las guerras.

Ese episodio fue el momento culminante de la llamada Guerra Fría, un enfrentamiento político y económico entre Occidente y la URSS que duró desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta 1985.

Muchas familias, en su mayoría estadounidenses, temerosas por los acontecimientos en ciernes, optaron por construir búnkers como estrategia de supervivencia. Se supone que en esos refugios subterráneos hechos de hormigón y sellados con puertas de acerco, uno debía de contar con lo indispensable para sobrevivir durante los primeros días posteriores al impacto de una bomba atómica y su consecuente radiación.

Cuenta The History Channel que así fue como “en 1955 durante la administración de Dwight Eisenhower, la Administración Federal de Defensa Civil (FCDA) instó a todas las familias a tener a mano un suministro de alimentos y agua para siete días en caso de una emergencia atómica”.

Para alentar a las personas a construir este alijo de provisiones, la FCDA lanzó una iniciativa llamada “Despensa de la abuela”, basada en lemas como “La abuela siempre está lista para una emergencia”, una canasta de productos que se conseguía en los principales almacenes y supermercados y que estaba integrada por artículos como jugo en polvo, copos de maíz y sopa enlatada, entre otros.

A comienzos de la década de 1960, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos creó el “alimento del Día del Juicio Final”, que era ni más ni menos que una galleta hecha a base de trigo burgol (no es muy diferente a lo que llevaban los navegantes durante la Conquista de América), producto que se conservaba en buenas condiciones durante un prolongado lapso de tiempo.

Un libro editado en 1979 en los Estados Unidos llamado Manteniendo una adecuada nutrición durante una crisis alimentaria prolongada, dice que durante las primeras semanas de una crisis alimentaria, la falta de vitaminas y otros elementos esenciales de una dieta equilibrada no sería de importancia primordial para las personas que previamente estuvieran bien alimentadas; los alimentos saludables con suficientes calorías para proporcionar la energía adecuada satisfarían las necesidades en el corto plazo. Si el agua fuera escasa, los alimentos ricos en proteínas, como la carne, se asimilan mejor si se consumen con moderación, ya que una persona que come alimentos ricos en proteínas requiere más agua de la necesaria que cuando consume una cantidad igual de calorías de alimentos ricos en carbohidratos”.

Por su parte, la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias de los Estados Unidos sugiere abastecerse de alimentos que no provoquen sed, como galletas sin sal, cereales integrales, alimentos enlatados con contenido de líquidos, mezclas secas y otros productos que no requieran refrigeración, además agua embotellada, arroz, pasta, cereales, manteca de maní, frutos secos, mermeladas, leche en polvo, café instantáneo, barras energizantes, carne enlatada y legumbres, entre otros artículos.

¿Cómo armarías tu alacena frente a una amenaza atómica?


Author: Cucinare

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