Es común que un sibarita haya experimentado todo tipo de cocinas. Desde las más exóticas y remotas hasta las más familiares. También es probable que haya recorrido buena parte del globo comiendo a mandíbula batiente, al estilo de Jay Rayner.
Pero difícilmente alguien, por más mundano que sea, haya probado cocina extrema, de alta montaña, la cocina que elabora Huilén Pascual Farina, joven cocinera mendocina.
Huilén tiene 27 años, nació en Godoy Cruz, y cuenta con una diplomatura en Gastronomía. Más allá de sus destrezas con ollas y sartenes, cuenta con el soporte para llevar a cabo tan agotadora tarea. Sucede que Huilén es una runner apasionada, lo que contribuye a mantener un excelente estado físico.
Antes del asumir estos desafíos, la peculiar cocinera realizó diferentes trabajos, desde vender panchos a la salida de boliches, hasta encargarse de caterings en hoteles o preparar comida vegana.
Pero un día tomó un curso de cocina de alta montaña y supo que quería dedicarse a eso. Luego de asistir a varias expediciones, se instaló en Plaza de Mulas, en la base del Aconcagua, a 4.350 metros de altura, donde se desempeña como jefa de cocina de Grajales Expeditions, y suele cocinar lomo a la pizza y milanesas por pedido de los porteadores, además de otros platos.
Allí conoció al austríaco Lukas Furtenbach, a quién gustó su pericia culinaria, y la contrató para ir a Nepal, donde montó sus cocinas 5.365 metros sobre el nivel del mar, en la cadena del Himalaya, para asistir a los montañistas que quieren hacer cumbre en el Everest. Actualmente se maneja entre los dos hemisferios, según sea la temporada.
Ella reconoce que su estilo de cocina “es el de la nonna” (tuvo influencia de sus abuelas), en especial con las pastas. Su especialidad son las harinas, aunque también elabora guisos, carnes y verduras al horno, asados, tortillas.
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