Pidió una galletita de agua con jamón y queso y su precio lo hizo enojar: “Me estoy puteando con el mozo”

Un argentino que vive en el exterior pasó por La Biela en Recoleta y se escandalizó con el precio de un plato demasiado simple.

En la gastronomía suceden eventos inexplicables. Algunos de ellos son abusos en materia de precios, porque si bien es cierto que el contexto inflacionario todo lo distorsiona, y los comerciantes tratan de cubrirse tomando ciertos recaudos, hay hechos que resultan indignantes.

Es el caso de lo que le sucedió al Germán Fermo, un economista que concurrió a La Biela, el tradicional local del barrio porteño de Recoleta, junto a su novia.

Para matar el apetito, el hombre pidió una galletita de agua con jamón y queso, lo cual no tiene nada de extraordinario, salvo la cuenta, ya que por el exiguo tentempié le cobraron $ 1.100.

El cliente, que vive en el exterior, comentó lo ocurrido en su cuenta de Twitter:

“Estoy en La Biela de Recoleta. Pedí una Traviata de mierda, que es una criollita con una feta de jamón y queso de mierda, y me la cobraron 1.100 pesos. Me estoy puteando con el mozo que encima no me trae la factura”, escribió Fermo en su cuenta de Twitter.

Para tomar real dimensión del episodio, basta con abrir los costos del producto solicitado: una feta de jamón cocido de calidad intermedia cuesta aproximadamente $ 55, una de queso, $ 72, y el precio de cada galletita de agua ronda los $ 6, lo que da un total de $ 266 por el aperitivo (2 fetas de jamón, 2 de queso y 2 galletitas), es decir, le cobraron más de cuatro veces el costo del producto final.

A eso habría que sumarle los costos fijos del local y el costo laboral, para saber cuál es la renta que le queda al negocio, pero, aun así, sigue siendo una suma demasiado elevada para lo que representa la galletita.

En defensa de La Biela

A favor del local hay que decir que dentro del menú tenía tarifada la galletita de agua con jamón y queso, y que al cliente se le pasó mirar precio.

Por otro lado, y quizás esta sea la justificación de tan exorbitante suma, lo que uno no paga es tanto el producto, sino la locación.

Efectivamente, uno renta por un rato una silla en un espacio emblemático de Buenos Aires, sobre la plaza Mitre, bajo el gomero histórico y con vista al cementerio. Eso es lo que cobran y por lo que la gente paga.

En todo caso, lo que habría analizar si la pretensión del empresario gastronómico de tarifar esos números es justa o no, pero en una sociedad de libre mercado, uno puede elegir quedarse o retirarse.

Muchos usuarios de Twitter se solidarizaron con Fermo:

“Así te roban en Recoleta”.

“Para colmo de males ese ‘jamón’ parece súper trucho”.

“En Palermo por lo menos te la servían dentro un frasco”.

Otros usuarios de la red social no fueron tan solidarios con Fermo. Estas son algunas de las apologías a favor de local:

-“Profe, vivía a 2 cuadras de la Biela. Se sabe que ahí no se va a comer”.

“Oferta y demanda my darling… mientras no haya monopolio, cada uno consume donde quiere”.

“Primero hay que leer la carta, ¡si no estás de acuerdo con el precio, no lo consumís! Yo me he ido miles de veces de restaurantes que me parecían abusivos”.


Author: Cucinare

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