Las cocinas están llenas de numerosas herramientas y electrodomésticos que ayudan a realizar tareas diversas. La importancia de algunos de estos utensilios es más evidente que otros, pero uno de los aspectos más ignorados en una cocina es el humilde repasador.
Los repasadores son, por definición, toallas de cocina capaces de absorber la humedad de vajilla y cubiertos, pero también se utilizan para limpiar derrames, tablas de cortar, secar las manos e incluso sostener y platos calientes.
Estas telas generalmente están hechas de algodón, lo que las hace lo suficientemente suaves como para absorber aunque lo suficientemente duraderas como para soportar usos y lavados repetidos. Suelen ser bastante gruesas y tienen dobladillo en los extremos, lo que les brinda un refuerzo. Algunas versiones vienen en variedad de colores y texturas lo que facilita la decoración con el ambiente propio de la cocina.
Algunos son más aptos para uso profesional, como los que tienen los cocineros que, aunque parecen suaves están destinados a un intenso. Estos repasadores no consideran el aspecto ya que el acento está puesto en la funcionalidad, por lo que a menudo son blancos, pero a veces tienen una raya o dos, y es común verlos colgando del mandil de un chef. Los profesionales los usan para secar hierbas, limpiar cuchillos, limpiar una tabla, retocar platos a punto de servirse, manipular ollas calientes, sartenes y platos y, por supuesto, limpiar derrames.
Los materiales usados en la confección de un repasador pueden ser algodón, que es el material más empleado ya que es versátil, suave y muy absorbente. En algunos casos se ven repasadores de lino, pero por lo general cumplen funciones decorativas ya que son lindos de ver, pero no tienen tanto abosorción y son bastante frágiles. También los hay de microfibra, hechos de pequeñas minifibras que ayudan a eliminar la suciedad y los alimentos de las superficies.
La principal función de un repasador es el secado de vajilla; el grosor de los mismos y los altos niveles de retención de agua los hacen buenos tanto para lavar los platos como para secarlos. Los de buena calidad están hechos de algodón que no deja pelusa, lo que los hace especialmente aptos para secar copas finas. También se emplean como toalla de manos y en caso de no tener manoplas, de porta ollas improvisado.
Eso sí, los repasadores no son todo terreno y conviene tener en cuenta algunos preceptos de higiene, como por ejemplo separar los repasadores para la limpieza de manos y platos, evitar usarlo para limpiar salpicaduras de carnes crudas, huevos, etc. Para estos menesteres las toallas de papel desechables son una mejor opción.
Por otro lado el tamaño importa, porque cuanto más grande es el repasador, más áreas de superficie tiene para trabajar y cuanto más grueso sea, mejor aunque hay que tener presente que cuanto más delgado es el material más arrugas tendrá. Es mejor comprar repasadores de buena calidad ya que si uno lava las versiones baratas a menudo da como resultado formas irregulares, así como arrugas que son difíciles de eliminar.
¿Cómo es tu repasador?
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