Nabo, la hortaliza cuyo nombre es ofensa

Te contamos acerca de este antiquísimo alimento que cayó en desuso.

“Sos un nabo”. ¿Quién no escuchó o fue víctima de ese término peyorativo empleado para acusar a una persona de torpe o corta de entendimiento? Y es una lástima porque si bien al nabo se la considera una raíz de baja estofa, en ocasiones una plaga, ha prestado grandes servicios, ya sea alimentado a hombres o a animales.

Se trata de una raíz perteneciente a la familia de las crucíferas que, al igual que la papa, consta de más de 3.000 variedades diferentes. Se cosecha en la temporada de otoño-invierno.

El nabo se cultiva desde hace mucho tiempo y sus antecedentes más remotos datan del siglo XV aC, en la India. Griegos y romanos también supieron explotar y consumir a esta planta. Porque el nabo es un comodín que en Europa fue desplazado por la llegada de la muy americana papa. Sus hojas se pueden comer crudas, en ensalada, o cocidas. La raíz se puede preparar rallada en ensaladas, como si fueran rabanitos, o cocinadas con arroz o legumbres. Y añadidas en la elaboración de caldos, aportan una dosis extra de minerales.

Los humanos emplean las variedades de nabo de mesa, o nabiza, aunque su nombre científico es Brassica napus. Los hay de carne blanca o amarillenta, con una película externa de color amarilla o blanca, que en ocasiones puede derivar a rojo o púrpura. Algunas de las variedades más conocidas son el Bola de oro, Negro de Alsacia, Croissy, Bola de nieve, Milano y Cuerno de buey.

“En Buenos Aires el nabo proviene del cinturón verde de quinteros que rodea la el AMBA, aunque en materia de volumen es un producto marginal”, cuenta Mariano Winograd, consultor frutihortícola. “La comunidad coreana lo consume con frecuencia, al igual que en Uruguay, donde es muy empleado en las sopas. Habría que ver por qué quedó relegado de las preferencias de la gente. Quizás porque es un producto rústico, rápido y demasiado fácil de producir…”, concluye el experto.

¿Alguna vez cocinaste nabo?


Author: Cucinare

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