La cocina como legado familiar: cómo sobreviven las recetas de la abuela en la era digital

La aparición de internet y el auge de las redes sociales ha quebrado la tradición del papel. Reflexiones de los expertos.

Por Luis Lahitte

En agosto de 2020, Walter y Karel Collins, matrimonio oriundo de Sebastopol, condado de Sonoma, Estados Unidos, tuvieron que posponer su viaje de 50° aniversario de casados que pensaban realizar a lo largo de los viñedos de la región francesa de Champagne.

Walter, gourmet aficionado y arquitecto jubilado, decidió seguir el consejo de un amigo y escribir un libro de cocina para legarle a sus hijos, Melissa y Shawn Collins, de San Diego, quienes también tienen sus propias familias.

“Lo comencé en abril de 2020 como un regalo de Navidad para los chicos”, dijo. El libro se llama: En su mayor parte, desde cero: Recuerdos de comida de la cocina de Walter & Karel Collins, e incluye de todo: desde el estofado Brunswick de la abuela sureña hasta una simple ensalada Caesar.

También hay bastantes recetas cheffy, como la langosta pochada con manteca, coq au vin y cassoulet al estilo de Toulouse, que Walter suele elaborar para una comida del día de Año Nuevo. “En las páginas de este libro, van a encontrar recetas para todo tipo de alimentos: intelectuales, vulgares y todo lo demás”, afirma Walter.

Sus hijos estaban encantados con el regalo, una auténtica sinopsis de los recuerdos de comida de su familia durante los últimos 50 años. Son 80 recetas, más 27 caldos y salsas. “Cuando les dimos el libro de cocina, mi hija se puso a llorar”, dijo Karel. “Son todos los platos que nos gustan y con los que crecieron nuestros hijos”.

Este episodio del matrimonio Collins lleva a pensar qué sucede, en otros casos, con la herencia culinaria, las recetas familiares, las cocinas ancestrales. ¿Se transmiten? ¿Se pierden? ¿Qué peso tienen en la era de internet?

Cucinare consultó con la experta periodista y editora gastronómica Laura Vilariño, profesional de dilatada trayectoria en el medio, que asegura que “el tema de las recetas familiares es maravilloso, muy seductor. Forma parte de la heráldica de una familia, del ADN de la cocina familiar. El tema del papel, la letra manuscrita… es tan bello verlos. Pero a nivel práctico no te podría contestar. Tiene más que nada un valor más simbólico que práctico, aunque se puede recurrir a alguna receta en particular, pero a nivel recetario diario, se va perdiendo”.

Vilariño comenta que Raquel Rosemberg (famosa periodista gastronómica fallecida en 2018), publicó un libro post mortem que se llama De mi abuela para mis nietos, una expresión familiar de deseo de perpetuar determinadas cosas. “Ahora bien, no sé qué uso le pueda dar la generación que las recibe, porque uno cosa es quien las publica y otra quien las recibe”, dice la experta.

Y agrega: “Estos recetarios permiten conocer desde las recetas de Frida Kahlo hasta las de la familia Scorsese, pasando por Colette, Marguerite Yourcenar. Ellos han publicado sus propios libros de cocina, o los han dado a publicar, y tienen un valor pintoresco, aunque te repito, no sé qué aplicación real pueden tener. A esto hay que sumarle la herencia de las colectividades, los cuadernos de los inmigrantes que los descendientes tanto reclaman”.

Finalmente, Vilariño deja la siguiente reflexión: “Por supuesto que uno también construye sus propios recetarios, con recetas de otros pero que hemos incorporado; por ejemplo, mi mejor tarta de ciruelas la tengo escrita y es de Pablo Massey, mi mejor tarta de espuma de queso es mi suegra, las recetas de mi mamá, como el arroz con pollo que me dejaba preparado cuando se iba a trabajar, la conservo. Y esas recetas las tengo sueltas. Lo que te quiero decir es que cada uno de nosotros arma su recetario con procedencias varias”.

Los recetarios familiares tenían sentido en la época pre internet”, afirma el editor de libros de cocina de Editorial Planeta Tomás Linch Cucinare. “Actualmente hay mucha gente que utiliza la misma lógica, pero sube sus contenidos a las redes. Un ejemplo son los cocineros que arman un blog de viajes, o que suben sus recetas a Instagram, que más allá de cualquier pretensión comercial, dejan un compendio de experiencias en internet”.

“Lo que cambió en este aspecto es la experiencia de la cocina. Antes uno formaba su paladar con la cocina de abuela. Comer afuera era una excepción. Fijate que dije cocina de la abuela, y no de la madre, porque pertenecemos a una generación de madres donde muchas de ellas trabajaron fuera de casa y/o fueron a la universidad, así que se distanciaron un poco de la cocina. Uno siempre habla de la cocina de la abuela, pero en raras ocasiones de la cocina de la madre…”, reflexiona el prestigioso editor.

“Entonces, nos encontramos con un legado afectivo de la cocina de la abuela, pero cuando uno va a las fuentes que utiliza, pasan por internet. Son pocos los que recurren a un libro o un recetario en papel. Pero volviendo al tema de los gustos, no es menor el papel que juega la industria, que estandariza sabores, en especial con los productos ultrprocesados”, concluye Linch.


Author: Lahitte

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